lundi, mai 14

Fragmento de El amante noruego


Me gustaría que fuera verdad que está en Barcelona. Ojalá lo hubiese encontrado ayer en el Betty’s, mientras le daba la mano a René, mientras sonreía como una idiota. Dos cervezas, miradas a la mesa donde nos sentamos juntos la segunda vez. La mesa donde nos conocimos llena siempre de un grupo grande de gente, pero nada. Y pasé por el lugar, por donde pasamos las últimas horas juntos.
Y tengo que aguantar que me escriba esa imbécil y me diga que la cagué. Ya lo sé, lo sé de sobras. No hace falta que me lo recuerdes, pero lo voy a remediar, de echo ya lo estoy haciendo. Cuando esto coja forma y pueda llevarlo a recortar e imprimir todo tendrá sentido.
Y sabré que no has estado en Barcelona, que era todo una mentira. Me lo dice para que me haga ilusiones, como diciéndome –ya te gustaría, puta. Pero tiene razón, me encantaría. Así que lo dejaremos como está y nos conformaremos con las monadas que te dicen que te relajes y que te llaman la reina del drama. Hay que joderse. Es curioso, los líos en los que nos metemos los seres humanos, que nos tenemos como enemigos si no nos conocemos en una fiesta con cuatro copas de vino de por medio.

Acabo de desistir. Nada me parece moralmente correcto. Todo erróneo. ¿por qué? Por momentos me asalta la duda, el por qué no soy capaz de estructurar. Es muy sencillo: me siento herida, pues un hombre que me gusta ha decidido ignorarme, y no tengo el control de la situación. No me gusta su vida, ni lo que he visto, pero mi instinto me dice que tengo que zanjarlo yo. La última vez que escuché su voz me dijo medio dormido que me quería, y que me echaba de menos.
Ahora todo me parece extraño y absurdo. Si lo viera, ¿qué le diría? Realmente no es mas que otro de los muchos hombres a los que he besado y he dejado con el sexo en el aire. Quizás sea solo el echo de que ha sido él el que de un día para otro ha decidido cortar con esto. Es deprimente, de veras. Vuelvo a llamarle y no me coge el teléfono. Esto parece un rollo de palabras sin sentido, debo ir por partes pero, ¿por dónde empezar? Dios, esto no puede ser tan complicado... 

jeudi, avril 5

Querido Lane,
las cosas no van como esperaba. He conocido a un hombre. No puedo hacer nada por evitar sentirme atraída por él, lo he intentado. Sé que no me conviene. Es uno de esos hombres que nunca promete nada, que te obsequia con un poco de tiempo entre tareas y que nunca te hace sentir más que cualquier otra mujer que podría cruzarse por la calle, pero me gusta. Quizás es solo porque es atractivo. La cuestión, Lane, es que lo he idealizado en mi cabeza. Realmente no me apasiona, pero hago que me apasione, me obligo a que sea parte de mí. ¿Por qué?. He quedado con él varias veces e incluso hemos llegado a hacer el amor, ni aún así se le puede considerar una persona caliente, sino más bien emocionalmente vaga. Mi inconsciente sigue insistiendo en que es para mi, pero yo empiezo a creer lo contrario. Teníamos planeado algo, un viaje juntos. Creo que en vez de eso tengo que decirle que no quiero volver a compartir nada con él. Necesito deshacerme de ese nudo que tengo en el estómago y que me provoca el no saber que piensa. Un hombre demasiado simple para mi, o eso creo. No quiero ideales, quiero realidades. Me desespera su parsimonia y su falta de prisas. Es demasiado paciente para estar enamorado. No quiero sufrir por culpa de la inconsciencia de mi inconsciente. Deseo desear, no estoy obligada a ello. Y si, racionalmente deja mucho que desear aunque, claro está, ojalá fuese como cree que es el inconsciente. Sería ideal.

Siento decirte esto así y ahora, pero tenías que saberlo Lane. Espero poder mandarlo lejos muy pronto, te lo prometo.
Tuya,
Ed.


I.Ledman

dimanche, mars 4

Quizás Mañana (Perhaps Tomorrow)

Jay, te mentiría si te dijese que no te esperaba.
¿Que quieres decir?
Nada, es solo que quería verte. Sentía que hoy tenía que suceder algo definitivo, y tu respuesta ha sido desconcertante. No entiendo nada pero, de repente, han desparecido las ganas de ti.
No te entiendo.
No lo sé, es solo que ya no quiero.
¿No quieres qué?
Estar contigo Jay, ya no quiero. Igual que viniste, de repente, te has ido.
Eres increíble.
Lo siento, es lo que siento. Me ha decepcionado reacción. Tenía muchas ganas de verte.
Estoy cansado.
Lo sé, por eso mismo, yo no podía cansarme tanto como para no verte.
Lo vives todo demasiado intensamente, Yoko.
Y tu demasiado poco intensamente.
A mi me da miedo.
Si, ¿miedo a de que?
Miedo a quererte, miedo a luego tener que quedarme de nuevo solo.
Si no lo vives nunca lo sabrás, eso es lo que pasa, que solo sabéis anticipar.
No es tan sencillo.
En realidad si que lo es, pero siempre es mejor si se hace más complicado aún.
Me anulas.
Te anulo, si, descuida que te anulo.

mardi, janvier 3

Jay

He soñado que Jay me desordenaba la mesa. Lo movía todo, a su antojo. Tiraba todo lo que a su parecer no servía. He llegado a casa y nada estaba en su lugar. La cocina se había transformado en un baño-cocina, mi habitación había desaparecido y estaba fusionada con los muebles del salón.
En lo que quedaba de mi antiguo escritorio había dejado un envase grande de Salmón ahumado, Noruego. Era caro, se veía por el packaging y el color del salmón. Son navidades, quizás se deba a eso, pienso.
Pero luego llega Jay, y me descoloca.

- Ed, ¿que ha pasado aquí? -me pregunta Jay sorprendido
- Ja! -digo yo mientras me río.
- Te lo digo en serio, ¿que coño has echo?
- ¿yo? -pregunto sorprendida-, ¡vaya gracia!
- Eres una descarada.

Jay entra en su habitación y no encuentra sus muebles, sino una mezcla de vacío y muebles de Rebeca.

- ¡Estáis completamente chifladas! -chilla desde la habitación-.

Ahora si que acabo de alucinar del todo. Resulta que no ha sido el tarado de Jay el que ha echo esto. Tampoco Rebeca, eso lo sé seguro. Ella no es así. Ella es recatada y formal, no se le ocurriría molestarnos con una cosa parecida.
Entonces llaman a la puerta.

- Jay, ¿vas a ir tu? -le chillo desde mi salón-habitación.

Espero a que sea el el que vaya a abrir la puerta. He cogido un libro y estoy tumbada en mi cama, que ahora está justo en el medio del salón. He dejado el salmón a un lado y sigo pensando si considerarlo un regalo navideño.
Oigo ruido. Voces de niño y la voz de Jay.
Alguien entra al salón, un niño africano. Parece un hombre pues habla y actúa como tal. Se acerca y me mira. Luego mira el salmón.

- ¿Te ha gustado? -me pregunta
- ¿El qué?-digo asustada, no entiendo qué tiene que ver nada con él.
- El salmón. Te lo he traído desde Noruega -dice naturalmente
- Pero, ¿quién eres tú? -le pregunto, incrédula.
- ¿No te acuerdas de mi? -pregunta el niño de tez marrón.
- ¡JAY! -chillo
- Jay se ha ido, le he pedido que nos deje a solas -me dice tranquilamente
- Pero, ¿de que estás hablando? -digo- ¡Jay!

Nadie contesta. De repente me encuentro con sus ojos clavados en mis pechos. Me miro y me doy cuenta de que estoy desnuda. Me tapo lo más rápido que puedo y las sábanas me llevan lejos, a algún lugar.
Estoy ahora en medio de una calle. A mi lado está el niño de tez marrón, que me guía dándome la mano. No sé a donde vamos, pero no conozco el lugar. De repente gira una calle, al final de la cual hay un cartel luminoso en el que la luz parpadea sin parar. Puedo leer: Le desordre c'est moi.

¿Existe algo más simbólico?

Despierto y escribo.

samedi, décembre 31


FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!
Edie.

samedi, octobre 29

Los momentos de lucidez de Greg

- ¿Por qué soy tan desgraciado?, pregunta Greg
- Quizás porque vienes aquí y te pasas la tarde mirando a la nada, dice Mary.
- Siempre vengo con la predisposición de coger un libro de poemas de Carver y acabo en la sección de la sonrisa vertical. No sé que hacer Mary, quizás debería irme a otro lugar.
- Creo que allá donde vayas el problema va a ser el mismo, Greg. Las mujeres están en todas partes.
- No creo que sean las mujeres, creo que soy yo mismo. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Fuiste tu la que te acercaste a mi. Yo estaba sentado en la barra mientras los demás bailaban en la pista, te acercaste después de observarme durante un buen rato y me preguntaste si podíamos irnos juntos.
- Quizás llevas escrito en el rostro que te sientes solo, por eso las mujeres nos acercamos a ti.
- ¿Es eso lo que sentiste?, ¿lástima?
- No es lástima Greg. Eres un hombre atractivo y elegante, distinguido. La multitud a tu alrededor parece inquieta y tu, en cambio, estás totalmente paralizado. Digamos que te haces ver.
- Eso no es problema mío Mary, sabes que soy inaguantable.
- De lejos pareces de todo menos inaguantable. Después si, eres inaguantable. A la que abres la boca se sabe que millones de mujeres han pasado por tus brazos. Es eso lo que nos asusta, ¿sabes?. A nadie le gusta sentirse uno más, alguien pasajero. Y tú haces sentir eso desde que despegas los labios para pronunciar una palabra. La única opción que nos queda, entonces, es utilizarte. Follarte todas las veces que sean necesarias, hasta saciar nuestra sed, y luego dejarte tirado. Creo sinceramente, Greg, que es eso lo que asusta a tus mujeres.
- Yo no lo creo.
- Creo que lo sabes, pero eres demasiado orgulloso para reconocerlo. Con tu historial de mujeres no puedes esperar que alguna espere tener algo serio contigo.
- Muchas han querido tener algo serio conmigo, Mary.
- Hasta que se han dado cuenta de que lo tuyo no tiene remedio. No quiero ofenderte, pero a nadie le gusta sentirse una mierda cuando va cogida del brazo del que presuntamente es su compañero. No haces otra cosa que mirar a todas las mujeres que pasan y hacer comentarios alagadores sobre ellas. Es imposible sentirse querida a tu lado Greg, imposible.
- ¿Por qué os mjolestará tanto eso?
- Dios, me pones histérica. No puedo contigo, lo siento.